sábado, 22 de septiembre de 2012
Mañana se celebra 84 años del clásico de los bastonazos
Fue el primer clásico de la historia. Y jugado con sal y
pimienta, como debían ser los partidos entre rivales antagónicos. En 1928,
Alianza Lima ya se había posicionado como el equipo más fuerte de la Liga
Peruana de Fútbol, mientras que la Federación Universitaria (nombre que en ese
entonces llevaba la “U”) recién jugaba su primer campeonato.
El choque entre
ambos, el primero de esta apasionante historia, se llevó a cabo el 23 de
setiembre de ese año. Lo ganaron los cremas por 1 a 0.
Más allá del resultado, la rivalidad quedó sellada a
golpes. A los siete minutos, el volante Pablo Pacheco anotó el único gol.
Luego, una serie de pleitos motivó la expulsión de seis jugadores de Alianza
(el archivo no precisa cuántos de la “U” fueron echados). Se armó una bronca
que obligó al árbitro Julio Borelli a culminar el partido a nueve minutos del
final reglamentario.
“Ante su inminente derrota, los jugadores del Alianza
Lima pretendieron imponerse jugando bruscamente”, informaba en ese
entonces el diario El Comercio en la
edición del 24 de setiembre.
Los seguidores cremas, indignados, agredieron a los
jugadores aliancistas lanzando sus bastones, objetos que irónicamente eran
símbolo de elegancia y distinción.
Los futbolistas
subieron a las tribunas, lo que generó más violencia y forzó la intervención de
la policía. La memoria lo ha guardado como el clásico de los bastonazos.
Luego del partido, los universitarios festejaron por las
calles y los jugadores de Alianza fueron sancionados. Sin embargo, estas
sanciones no se cumplieron. Los universitarios pidieron que los aliancistas
estuvieran en los partidos de desempate.
El argumento fue
que los bastones lanzados sobre los
blanquiazules al final del partido se convirtieron en el castigo inmediato y
natural. Los posteriores ya no servían para corregir comportamientos. El día
del partido, el equipo de Alianza tenía
dos puntos más que la “U”.
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